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El perroflauta echa chispas
1 - Cómo Lázaro se volvió celoso.
- - ¡Qué pinta tiene este fulano!
El fulano habría podido oír el cumplido, pero, aunque no fuera temerario, Lázaro no dejaba de echar
chispas. Según Lázaro, el mundo estaba poblado de memos conformistas uniéndose a Pérez-Reverte para
que se cumpliese el «genocidio perroflauta». Uno (Lázaro) estaba a favor del amor a la gente y
la felicidad de todos, otros (es decir, los demás) estaban a favor de la muerte de los pobres y el
amor del dinero. A Lázaro la gente, o le caía estupendo, o le caía fatal. Y a él le caía fatal el
nuevo profesor, para todo, Lázaro tenía excusas.
El nuevo profesor de lengua y literatura debía de tener miedo a sus alumnos y desconfiaba de ellos o,
al contrario, debía de creer necesario provocarlos porque andaba con trajes muy elegantes en los pasillos de la universidad mientras que vestirse como los indignados estaba de moda entre los estudiantes. Ya fuera porque se quería dar un aire altivo, o porque fingía serlo, miraba con condescendencia al pueblo estudiantil que no se lo perdonaba. Por consiguiente, el pueblo estudiantil riéndose silenciosamente al oír la apreciación de Lázaro conservó las dos primeras sílabas para apodar Quepín al nuevo profesor.
Pero podría ser que Quepín hubiera oído el cumplido porque, el primer deber que dio fue una lectura
comentada del artículo de Pérez-Reverte en el Xlsemanal Okupando a Góngora. Lázaro explotó:
- - Lo he leído, es una infamia.
- - ¿En qué?
- - En lo que este artículo combate a los que traen la democracia.
- - La democracia, siempre que la ortogan unos iluminados, la ortogan a gente que se vuelve
inmediatament cínica, peligrosa y totalitaria.
- - Al menos saben lo que es democracia. Y lo prueban desde el nacimiento del movimiento del 15 M.
- - ¿Qué saben de la democracia? Es gente que abre puertas con patadas para instalarse en la
casa de otros sin su permiso, por supuesto, luego los infames propietarios tienen que llamar a
la policía para que les devuelvan sus bienes. Por eso el escritor titula su artículo de esta
manera, ocupar no es muy diferente a robar. Son piratas y no demócratas.
- - Es la justicia del Zorro que devuelve a los pobres lo que les han robado los ricos.
- - Entonces prefiero al Zorro, el idealista de capa negra y bien cortada a estos de rastas y
ropa que da asco y que ignoran todo sobre la higiene corporal.
- - Dan respiro a esta sociedad de mierda.
- - Sí como el burro flautista la fábula de Tomás de Iriarte que oliendo la flauta que acaba
de encontrar en el suelo dio un resoplido y creyó ser músico porque sonó la flauta por casualidad:
«borriquitos hay que una vez aciertan por casualidad».
Si una chica no le hubiera dado calabazas a Lázaro, éste no habría sido mortificado por lo de la
higiene corporal. Pero la chica le había rechazado diciéndole:
- - Si te ducharas de vez en cuando, quizás podría acercarme a ti más...
Las amigas de la chica se rieron a carcajadas y Lázaro se pusó tan colorado que tuvo que huir.
Con todo lo que había soñado con esta chica... Se prendó de Ludmilla el día en el que la vio
por primera vez, fue un flechazo tan violento que se quedó en blanco.
- - Me llamo Ludmilla.
- - ...
- - Si fuera Blancanieves, ¿Serías tú Mudito?.
No entendió Lázaro la primera vez la alusión. La voz suave de Ludmilla lo había envuelto en un
capullo nebuloso y azucarado de éxtasis intemporal. Sin embargo, había notado inconscientemente,
que sus compañeros habían estallado en grandes carcajadas, pero al día siguiente, se enteró de que
no había sido una risa de amistad, sino que había sido una de burla: Lázaro era más bajo que Ludmilla.
Lázaro tan pronto esperaba como desesperaba, por lo tanto se decía que era un poco ciclotímico.
Primer amor, primera herida. Era de altura pequeña pero de grande valor. Tenía que demostrarlo
enfrentándose con Quepín. Y primer asalto: una ducha. Lo bueno es que a cortita talla, cortita ducha...
Oliendo a jabón, se sentó en clase sin haber visto a Ludmilla a pesar de haberla buscado en todo el campus,
así que se le había oscurecido la luz del día. Siempre se sentaba al lado de Alberto, por lo que éste advirtió el cambio.
- - ¿Qué te ha pasado? Te has peinado además de haber planchado tu ropa, y hueles a jabón de burgués, ¿ya no eres de los okupas?
- - Filosoficamente ¡sí que soy de ellos! Pero no me acuerdo de quien dijo que compartir las pulgas con los
perros callerejos no era la mejor manera de llamar la atención, tampoco atraer la simpatía.
- - Es más grave de lo que pensaba. Te estás volviendo raro.
- - Fuera de ser un gillipollas, de vez en cuando Pérez-Reverte dice cosas sensatas.
- - Has cambiado de aspecto, de ahí que has cambiado de ideas.
- - En absoluto, lo vas a comprobar.
Quepín había llegado. Nunca hubiera podido sospechar el efecto de su observación sobre la higiene pues,
no percibió la nueva apariencia del estudiante. Se subió a la tarima, dio la espalda al grupo de
alumnos y escribió en la pizarra
«fascista, racista, machista, violento, homófobo y misógino
-etiquetas que en España suelen atribuirse en bloque a cualquiera que no se baje los calzones».
Terminó la cita puntuando tan fuerte que rompió la punta del rotulador.
- -Chicos, si habeís leído el artículo que os pedí leer, ya sabeís que es una cita de Pérez-Reverte. ¿Qué os pare...
Un portazo interrumpió al profesor que hizo una mueca exasperada ya que no podía tolerar que alguien mermase
su autoridad mas abortó su ira tan pronto como advirtió que Ludmilla lucía una sonrisa confusa pero
irresistible en el umbral de la aula.
- - Lo siento señor, no he podido contener la puerta, el muelle es demasiado fuerte.
Sin esperar una respuesta, fue lentamente a sentarse. Los estudiante y el profesor la siguieron con
la mirada hasta que estuvo instalada en su escritorio. Ludmilla puso una cara admirativa e
interrogativa para invitar al profesor a seguir su curso.
Entonces, ¿que pensáis de la cita que acabo de escribir?
- - Una vergüenza.
- - ¿Ah sí? ¿y en qué sentido? Ya me dijiste ayer que este artículo era una infamia. ¿Cómo te llamas?
- - Lázaro. Lo que es una vergüenza es que un escritor use la provocación para fingir tener ideas. Es un truco inadmisible.
- - ¿Solo eso Lázaro? No es poco. Es verdad que lo que escribió parece ser el tópico del varón
español en nuestros compatriotas y tal vez en el inconsciente colectivo según Jung, es decir, la suma
de los contenidos psíquicos inconcientes comunes a toda la humanidad sin que la experiencia individual
sea tomada en cuenta. En eso tienes razón Lázaro.
Muy orgulloso de tener razón, Lázaro echo un vistazo hacia Ludmilla para comprobar si se
había enterado de que no era el enanito Mudito, pero Ludmilla copiaba scrupulosamente la
cita en su cuaderno mientras que el profesor matizaba:
- - Pero, éste pensará que tienes razón, aquél pensará que es ironía, el ámbito de interpretaciones
es vasto. Es una excelente introducción a la obra que vamos a estudiar después. ¿Alguién tiene una idea de en qué será ironía?
Lázaro se sobresaltó: Ludmilla levantó la mano e iba a contestar,
- - En el hecho de que los lectores de las crónicas de Pérez-Reverte son precisamente fascistas,
racistas, machistas, violentos, homófobos y misóginos.
No, hoy en día pensaba Lázaro, los chicos no eran así, sino refinados, respectuosos, tolerantes, solícitos.
- - Es muy interesante tener una opinión femenina. ¿Tendremos alguna masculina?
No podía Lázaro dejar a Ludmilla equivocarse de tal manera.
- - Ya no somos pitecántropos (unas risas animaron a Lázaro) o neandertales solo teniendo que
combatir para sobrevirvir y solo fiándose de sus músculos. Hoy en día, los hombres tenemos
respeto a las mujeres seres emblemáticos de belleza, suavidad, espiritualidad y paz.
Ludmilla se giró hacia Lázaro y le dirigió una mirada desdeñosa y sarcástica.
- - Eso me lo dicen los chicos que quieren echar un polvo conmigo.
Esta réplica hizo prorrumpir en grandes carcajadas de risa todos los estudiantes, e incluso a
Quepín que hacía esfuerzos visibles para contenerse. La réplica de Ludmilla, admás
de hacerle reirse, parecía entusiasmarle. Algo intolerable para Lázaro. No podía quedarse en blanco otra vez,
- - Es que solo has encontrado mentirosos.
La excitación iba subiendo. Los estudiantes se acaloraban, el profesor debía devolver la calma,
parar los silbidos, los comentarios, las risas, las observaciones salaces y verdes.
- - ¡Chicos!, por lo menos, podemos constatar que Pérez-Reverte eligió bien el título de su
crónica: Patente de corso. Como sabeís, la patente de corso estaba entregada por los monarcas a
civiles para que atacaran los barcos enemigos. El beneficio era doble: el corsario,
pirata o ladrón legalizado ganaba dinero y el monarca tenía fuerzas navales que no le costaban nada.
asociación de malhechores para una buena causa.
- - Según se mire, para una mala causa.
- - Sí Lázaro, según se mire tienes razón, tú y tu compañera acabáis de demostrarlo.
Las formulaciones de Arturo Pérez-Reverte en su crónica son más fuertes que si hubiera
escrito: sombreros boca arriba, manos extendidas, flautas, gritos, patadas, no cambian
la sociedad. Quería que leyerais este texto antes de estudiar La vida de Lazarillo de
Tormes y de sus fortunas y adversidades. Estos perroflautas creen ser pícaros pero son solo payasos.
Lazarillo de Tormes es el primer verdadero pícaro de la literatura española.
La obra es la más conocida y más representativa del género picaresco, por eso es una obra
clave de nuestra historia literaria. Quiero que leáis el tratado primero de la obra.
Qué disfrutéis la lectura y hasta la próxima clase.
Los estudiantes se apresuraron hacia la salida, unos para tomar sol en los jardines del campus,
otros para encerrarse en la cafetería. Lázaro se sentó en un banco en frente de la puerta de la aula.
Fue de los primeros que salieron. Tenía que ver a Ludmilla y hablarle fuera de la mala influencia de
Quepín. Su intuición le aseguraba que Quepín, bien tenía una mala influencia, bien tenía influencia
execrable. Cuando Alberto se sentó a su lado, Lázaro dijo, como escupiendo:
- - Quepín se ha burlado de mí. Me provoca o bien se burla de mí, seguro que ha elegido el libro de
Lazarillo para humillarme porque tenemos el mismos nombre.
- - No se ha burlado de ti y lo del nombre es una casualidad, deberías estar orgulloso de que te
hubiera dicho dos veces que tenías razón...
- - No, era una apreciación para alentarme, era una cornada irónica dada por un burro y este burro amén
de mostrarse perverso, envió un señal de complicidad a Ludmilla, pero de cornada de burro, no vi morir a ninguno.
- - Estás loco, te sorbe el seso esta chica, estás muerto por ella.
- - A ti, puedo decirlo: cerca de ella veo solo a Ludmilla, lejos solo pienso en ella. ¿Pero dónde está? ¿todos han salido?
- - Todos han salido salvo Ludmilla que se ha quedado en clase para preguntarle algo al profesor.
- - Lo sabía, no sé porque pero lo sabía, se ha quedado para hacer melindres y seducirle si ya no está hecho. ¿qué ...
De repente se abrió la puerta y Ludmilla salió resplandeciente. Iba sin prisa como vigilando algo.
En el instante en el que se oyeron los pasos del profesor, se le soltó a Ludmilla su carpeta. Ludmilla
había ovidado cerrarla con las gomas, por lo que, sus hojas se echaron a volar como un montón de mariposas.
Ludmilla se puso de rodillas para recogerlas. El profesor se puso también de rodillas para ayudarla.
Recogierion juntos la última, se miraron y se sonrieron.
- - Allí en la sala se burlan de mí, aquí fuera, me provocan, no puedo más, me voy.
- - No olvides leer el libro, sé que quieres aprobar la licenciatura, al que quiera azul celeste, que le cueste.
2 - Cómo Lázaro se volvió poeta.
Los días siguientes, Lázaro se sentó en todos los bancos del campus, figiendo leer el libro de Lazarillo.
En verdad, miraba de reojo por encima de las páginas. Varias veces, vio a Ludmilla y su corazón se puso
a latir más fuerte, pero ni tuvo pretexto suficiente para abordarla, ni el valor de hacerlo. Se había
vuelto tímido. Se había enterado de eso y también que Tímido era otro enanito enamorado de Blancanieves.
Al largo del día, Lázaro encontraba motivos para quemarse la sangre (no era machista sino masoquista), pero
cada noche se adormecía pronunciando y repitiendo el nombre de Ludmilla con sus consonantes líquidas llenas de
suavidad, de gracia, de ligereza, de sedosidad, de delicadeza. Era el mejor calmante. Sin embargo, en la víspera
de la segunda clase de Quepín, tuvo menos efectos porque Lázaro acababa de leer el tratado primero y esta lectura no le gustó.
Al llegar a la universidad, Lázaro fue a ver a Alberto.
- -¡Qué gracioso!, este Lazarillo es un ladrón, un engañador y un mentiroso. Este libro, Quepín lo ha elegido aposta.
- -A mí me ha gustado y no he pensado que fueras tú. Me parece que un protagonista pobre, es una buena elección para
describir con ironía el estado de pobreza y lo que se les obligaba a hacer a los muertos de hambre en aquella época.
En la nuestra, Lazarillo sería tal vez un okupa.
- -¿De verdad? ¿Crees eso? Vamos a sentarnos, tengo curiosidad por saber lo que va a decir Quepín. Espero que tengas razón.
Mientras que los estudiantes llenaban el aula, Lázaro buscaba a Ludmilla con una mirada preocupada.
Llegó penúltima, poco antes de que Quepín apareciera: casí juntos. Lázaro se puso muy nervioso.
Ludmilla eligió una silla en la primera fila frente a la cátedra. Viendo a la chica y a Quépín
intercambiar una mirada, Lázaro presintió que era un juego de enamorados y se contrajeron sus entrañas.
- - Chicos, antes de que empecemos a estudiar la obra, quería conocer vuestra opinión. Veo que Lázaro tiene mucho que decirnos.
- - Ayer hablamos de los indignados que quieren devolver la dignidad a todos los que esta sociedad no
quiere ver, pero antes de obtener dignidad, Lazarillo quiere obtener comida. Con la vehemencia con la
que escribe, apuesto que si Arturo Pérez-Reverte tuviera hambre sería un criminal y no solo un engañador como el pobre Lazarillo.
- - Perfecto, a pesar de ser un poquito excesivo, Lázaro ha dado en el blanco. Lazarillo se
comía los codos de hambre. El hambre es el hilo conductor del argumento de casi toda la obra. Lazarillo tiene
que engañar no por placer sino para sobrevivir. El título del tratado primero puede ser interpretado como
cargado de intención: «Cuenta Lázaro su vida y cúyo hijo fue». Pienso que, el autor, escribió «cúyo»
en singular a fin de que supiéramos que es el ciego el que lo crió, es decir quien le enseñó verdaderamente
la carrera de pícaro. Estás sonriendo Ludmilla, seguro que tienes algo que decirnos.
No se acordaba Lázaro de que el profesor le hubiera pedido a Ludmilla que les dijese su nombre
- - Pienso como usted. Aunque no sea su padre biológico, es el que más reverencia. Dice si me acuerdo bien,
«con el gran maestro el ciego lo aprendí» en el tratado 3.
- - ¡Estupendo! ¿Has leído más de lo que pedí? Me encantan los estudiantes que, sabiendo tomar iniciativas,
son actores de su propio proceso de aprentisaje. Demasiados son los que no se calientan los cascos.
Entonces ¿piensas que lo importante es que el ciego le haya enseñado la carrera de pícaro?
- - Las palabras exactas son «carrera de vivir». Lazarillo no podía vivir a menos que fuera pícaro.
- - ¡Deslumbrante! Conoces la obra mejor que yo. Me voy.
- - Pero no habría descubierto esta obra si no nos hubiera pedido que la leyéramos.
Alberto dijo en voz baja a Lázaro, «¡mira cómo le hace la pelota!». Lázaro estaba incómodo. Unas cochinillas le
estaban comiendo las entrañas, tenía una piedra pesada en el estómago, un ataque de celos le anudaba
los intestinos. Hurgaba en sus heridas repetiéndose: «están follando con palabras, cada réplica de Quepín la pone a cien...».
- - Entonces Ludmilla, supongo que te habrá gustado la ironía que se encuentra a lo largo de la novela.
- - No me ha gustado, me ha encantado.
- - ¿Cómo definirías la ironía ¿Ludmilla?
- - Diría que es hacer suponer lo contrario de lo que se dice.
- - Lo has dicho tal como lo sientes, pero es un poco restrictivo. La ironía se burla más de lo que se diga que del
contenido. Es una estética de la derisión, un mecanismo poético que disfraza de rigor una emoción dolorosa.
Vamos a elegir un ejemplo. Un ejemplo para los chicos, pero es posible intervertir los sexos: si te gusta una chica
y tu a ella no, ¡ánimo!: Hay muchas más chicas con las que podrás estar en la misma situación en el futuro. Es decir,
de manera positiva, algo negativo. Y al enterarse del número de magía, surge la risa, o mejor, la sonrisa ya que la ironía hace poco reír.
Pero fueron risas y no sonrisas las que surgieron en la aula. Hubo miradas evocadoras. Ludmilla giró la
cabeza hacía Lázaro. Éste encontró crueldad en la luz fría y sin embargo admirable de sus ojos. Lázaro
tenía que intervenir, tenía que poner fín a este juego inmoral. Se roía los sesos para decir algo, decir cualquier
cosa e impedir este intercambio pernicioso, sí, decir cualquier cosa.
- - Así que si no nos hubiera pedido leer la obra como lo dijo Ludmilla , ahora no estaríamos pidiendo peras al olmo.
- - ¿Pedir peras al olmo? ¿Qué quieres decir Lázaro?
- - Quiero decir que... aunque sea profesor de literatura, es imposible encontrar literatura en esta
obra, porque en esta obra no hay una huella de literatura.
- - ¿Ah sí? Explícate,
- - Los protagonistas solo actuan para mendigar dinero o comida. En los lugares por donde pasan, solo les
interesa engañar a la gente para llenarse la barriga. La literatura, la verdadera, es el arte que lleva el alma
del lector a otras esferas, a alturas más nobles con el fin de extraer la esencia de las ideas.
En esta obra los personajes no ven más allá de sus narices.
- - ¡Dios mío, tenemos un idealista! El Zorro ha vuelto.
Un estudiante entonó la canción del héroe:
«Su espada no fallará
zorro, zorro...»
Apenas otros hubieron empezado a unirse en un coro, les cortó secamente el profesor:
- - ¡Cállaos! No era una broman, no me burlaba. Me gusta que tenga ideal y además que lo diga. Cada uno puede expresar sus
ideas tal y como las siente, pero puede expresarlas a condición de que tenga unas... ¿Me comprendéis? Ocure
que a veces sea tan irónico que los demás no entiendan lo que digo. Lo que he dicho, como acabo de deciros,
no es broma sino una manera de salpicar el debate. Entonces Lázaro, ¿dónde encontras literatura?
La pregunta sorprendió a Lázaro de tal modo que vaciló un rato en responder:
- - ... En poesía.
- - Seguro que escribes poemas.
- - ¿Cómo lo sabe?
- - Pienso esto porque tienes las cualidades del poeta: originalidad, sensibilidad y clarividencia. ¿Nos leerás uno poema tuyo?
Mientras que se haya ido a la guerra, Lázaro encontraba a un amigo. Siempre que iba a cazar, se convertía en caza.
Todos lo miraban como sí Calíope le hubiera puesto corona de laureles en la cabeza. Tan desconcertado y estraviado
que estaba, tuvo el placer y el asombro de oírse responder, ya que la mirada de Lumilla había cambiado:
- - Por supuesto, cuando habré encontrado las palabras exactas para mi último poema, nombrar las cosas es más difícil de que se piensa.
- - Sí que tienes exigencias de poeta, pero el juego es sútil. En El mono gramático, Octavio Paz escribió: «El poeta no es el que nombra las
cosas, sino el que disuelve sus nombres, el que descubre que las cosas no tienen nombre y que los nombres con que las llamamos no son suyos».
El nombre como metáfora, piensátelo. Nombrar el innombrable, es el propio del poeta.
Lázaro no se lo podía créer, ¿él? ¿ poeta? Nunca había tenido ganas de escribir, decía que era tiempo perdido y que actuar era más eficaz.
Sin embargo, a las chicas les encantan recibir poemas de amor porque les encantan que hablemos de ellas. La mirada de Ludmilla era evocadora
y atrayente. No debía de ser muy difícil escribir un poema. Lázaro se acordaba que en la primaria e incluso en la infantil, sabía de
memoria todos los poemas. Bastaba empezar para que la pluma corriese sola y sin esfuerzos. Estaba seguro de que, al leer el poema,
Ludmilla caería como una mosca enbriagada con la miel. ¡Como una mosca embriagada con la miel! Ya tenía el título. Ludmilla en el
papel de la mosca y él en el de la miel.¡Cómo abrazaría a la mosca... perdón, a Ludmilla!
Ya no escuchaba a Quepín, hacía falta que escribiese su poema en el instante presente. Cogió una hoja en su carpeta con anillos y
eligió su bolígrafo de tinta azul. Había comprado esto porque la tinta azul le parceía muy distinguida. No se puede escribir poema
sin tinta llena de espiritualidad. Escribió el título «Como una mosca embriagada con la miel», luego se detuvo. Empezaban las dificultades. Su inspiración
le hablaba con voz tan baja que no oía nada. Miró a Ludmilla ¡Cómo era hermosa su mosca! Merecia esta chica un poema divino.
¿Existiría un manuel para escribir poemas divinos? No, ningún poeta iba a revelar sus secretos con vista a que un lector lo superase
iniciándolo ale arte de la poesía. Y su primero poema ¿con rimas o con versos libres? Escribir versos libres sería más fácil que buscar
rimas, pero solo había aprendidos poemas con rimas. Las rimas facilitan la memorisación, son un guía...
«Una mosca muy hermosa,
Y de suave piel,
El amor buscaba
Y encontró la miel»
¡No tan mal! Casi perfecto y de la primera vez. ¿Sería un soneto? Se acordaba de que el soneto era una joya poética.
Una joya con reglas muy estrictas. Algo como ABBA (no el grupo musical el arreglo de las rimas) CDE o no sabía qué exactamente...
De repente le volvió a la memoria
Canción Sevillana de Frederico García Lorca que había aprendido en el cole.
«Abejitas de oro
buscaban la miel»
La Ludmilla de Lorca se llamaba Isabel
« Está en la flor azul
Isabel »
Era una abejita pero Lorca tuvo la misma idea a proposito de la miel y de los bichos. Además, estaba en la flor azul,
azul como la tinta de su bolígrafo. Eso era un señal, eso era talento. Pero, a veces, Lorca tenía ideas hace falta decirlo.
Lázaro tachó mosca en el primer verso y escribió mosquita, ¡mucho mejor! Abejita y mosquita son más cariñosos.
Pero no todo era bueno en el poema de García Lorca:
«Silla de oropel
para su mujer.»
El oropel es una materia vile que imita al oro. Lázaro era de los que pienan que un alma noble elige
elementos o materiales nobles. En la casa de su abuela, siempre le había impresionado la elegancia de
unas cortinas de terciopelo. Terciopelo, una palabra rica y un tejado suave. ¿Una rima en o para terciopelo? ¡Eso es, pelo!
«cómodos son tus pelos
como sillita de terciopelo»
Pero lo del moro, no lo entendía:
«sillita de oro
para el moro».
¿Qué tenía que ver este moro con Isabel y Ludmilla? ¿Se imaginaba que iba a hacer un harem? ¡Faltaría más!
Es verdad, a veces, Lorca escribe tonterías como en
Las estrellas:
«Las estrellas
No tienen novio».
No es una licencia poética sino una estupidez. ¿Quién a visto eso, estrellas teniendo novios? Él, Lázarillo,
sería un poeta racional. Y para seguir el poema algo más sugestivo como:
«Mosquita mía
la miel te abraza
te chupa tus patas velludas»
Antes que hubiera empezado, nunca hubiera imaginado ser capaz de escribir algo tan bueno como: Mosquita mía.
Todo su amor en dos palabras. Ahora sabía que lo pudiera. No obstante, incluso el amor se rinde ante del ruido.
Un ruido infernal, no respectuoso del trance creativo. El profesor se obstinaba en alabar una obra pasada, antiguada y olvidada.
- - En resúmen Ludmilla, ¿El ciego logró hacer de Lazarillo un pícaro?
- - Sí, pero el ciego siempre será el maestro. Me encanto lo de la racima, cuando el ciego propone a Lazarillo compartir con
él una racima de uvas. Le dice: yo pico un grano y tú otro hasta que no quede uno. Puesto que el ciego picaba dos granos a la vez,
Lazarillo picaba tres a la vez. Cuando el ciego dijó que Lazarillo había engañado al ciego, éste niegó haberlo hecho pensando
que era imposible que se hubiera enterado de eso el ciego. Mas el ciego respondió que ya que Lazarillo no se había quejado de que
cogiera dos granos a la vez, es porque cogía más.
3 - Cómo Lázaro se volvió a echar chispas.
Lázaro aprovechó las clases siguientes para pulir su poema. Le ocurrió buenas ideas para poetizar sobre
la reproducción de las moscas y escribió unos versos inolvidables. Después de mucho reflexionar, había
añadido para que todo estuviera claro y que no se equivocase Ludmilla:
«Eres tú mosquita mía
Ludmi mía
Soy yo la miel
Que siempre te estará fiel»
¡Qué hallazgo este Ludmi mía en lugar de Ludmilla! Y para formalizar este compromiso, se había inspirado
de la última linea del artículo de Pérez-Reverte:
«Y así lo escribo
firmo y rubrico.
Para que conste.
Tú Lázaro»
Era el último día en el que se estudiaba la vida de Lazarillo, o mejor de Lázaro ya que ahora era adulto.
Este día era el día D. Antes de que empiezara la clase, Ludmilla solía ir a preguntar al profesor en su cátedra.
Este día, Lázaro había aprovechado este momento para deslizar su poema en la mochilla de Ludmilla. Era la estocada.
Oía más que escuchaba las palabras del profesor, estaba esperando que Ludmilla encontrara su poema y lo leyera.
- - Este libro fue prohibido un rato por su sátira anticlerical de influencia eramista. Entre todos sus amos, tuvo cinco
religiosos, uno ávaro, uno libertino, uno estafador, uno explotador, uno hipócrita y lascivo.
Alberto le dió un codazo.
- - Hace muy bien hablar Quepin de hipocrisia y libertinaje. ¿sabes qué?
- -¿Qué?
- -Qué han visto a Ludimlla y a Quepín juntos. Salián de un hotel.
- -¿Quién ha dicho esta barbaridad que le rompe la cara?
Los ojos de Lázaro echaban relámpagos, ya cerraba los puños, se le estaban hinchandos las narices. Alberto
tuvo miedo de que lo hiciera al instante, en clase.
- - No sé, alguien...
- - No conosco a este alguien, no existe, cuando no se sabe nada, no hay que difundir salvajadas. Se sabe o no se sabe, y punto.
Ahora Lázaro estaba de mala leche. Y esta boba de Lumilla tragándose cada palabra de Quepín... son todas iguales las mujeres,
les atraen el prestigio del uniforme o de la función como un aíman.
- - ¿Estás seguro de que nos sepas quién comadrea tal como una anciana sin dientes pero baba sí? Le haré tragar sus habladurias.
- - ¿Quieres compartir algo con nosotros Lázaro?
Lázaro había hablado demasiado fuerte, no podía contenerse, cotillear es arte de gente mala, y ¡había mucha en esta universidad!
- - No... sí, es que el libertinaje, el vicio, la lujuria, la pornografia destrozan la sociedad. No hay relaciones humanas
sino poderes que se afrontan. Estoy seguro de qué Ludmilla piensa como yo.
El murmullo de los estudiantes se paró bruscamente. Los estudiantes conocían o sospechaban la razón de la pregunta de Lázaro.
Todos estaban curiosos de escuchar la repuesta de Ludmilla.
- - ¿Yo? ¿por qué yo? La pornografía es un invento de hombres, ¿por qué me preguntas a mí?
- - Por que me pareces que no seas de las que confunden coito con apretón de manos o orgasmo con amor.
Silbidos y risas volvieron a galope. Unos fingían desmayarse de amor, otros dibujaban un corazón con
las manos juntas o se clavaban la flecha de Cupido. El profesor consideró urgente restablecer la calma.
- - Nos estamos alejando de la obra chicos, no se trata de debatir de las costumbres sino de subrayar la crítica social,
no estamos en un seminario, no es clase de moralidad analizando normas y valores sociales, es literatura y en literatura,
es famosa la cita del escritor André Gide: «no se hace buena literatura con buenas intenciones ni con buenos sentimientos».
Quedémonos limitándonos a interpretar la obra. Más bien que de responder a la pregunta de Lázaro, responde a la mía Ludmilla.
¿Lazarillo llegó a escalar los escalones de la sociedad?
- - Algunos sí, puesto que al final sirve como pregonero de los vinos de un arcipreste de Toledo.
- - Entonces tiene trabajo, dinero, casa y incluso es casado. ¿Qué más pedir?
- - ¡La indignación!
- - Explícate Lázaro,
- - La indignación salva al hombre de la esclavitud que le imponen hipocritamente los ricos. Incluso en
las épocas en la que no se llamaban los indignados, unos hombres tuvieron el orgullo de rebelarse. Pero Lazarillo no.
- - ¿No tenía todo lo que podía esperar?
- - Tenía comida y techo pero no dignidad. El arcipreste le casó con su criada que era su amante.
Así podía seguir sus abimonaciones con ella sin que nadie pudiera cotillear...
En la película que rodearon, Lazarillo pilló a su mujer saliendo por la noche de la casa del arcipreste.
Su mujer le engañó explicándole que volvía de regar las alcachofas y que solo los tontos de la ciudad no
saben que las alcachofas se regan por la noche. Lazarillo fingió satisfecerse de la explicación, y digo yo
que fingió porque, siendo astuto y pícaro como nos lo mostró al largo de su infancia, no puede ser engañado
de esta manera con una mentira tan miserable. Compraba con las cuernos que le ponía el arcipreste,
la estabilidad y la securidad de su estado social.
- - ¿Que habría debido hacer según tú?
- - Echar chispas, es el propio del indignado que de echar chispas.
- - Entonces también él sería un hipócrita...
- - Un hipócrita sí. La hipocresía es el cemento de esta sociedad. No escribió Pérez-Reverte nada de los indignados,
o okupas palabras que le conviene mejor, hasta que se instalaran en una casa en la que vivío Góngora. El porqué le
importa un bledo. Lo que indignó a Pérez-Reverte es que fuera la casa de un poeta. Lo que escribió hace de los
okupas unos brutos porque se habían atrevistoa a profanar el mundo de las letras. Nada más.
- - Es verdad, satifizo su hambruna pero, para nosotros que siempre hemos comido bien, no es suficiente.
Por anacronismo, no podemos leer como lo hicieron los lectores de aquella época. Cada lectura, cada interpretación
tiene sus limites. Gracias Lázaro por nos haber recordado este punto fundametal que siempre debemos tener en la mente.
Otra vez este cabrón le agradecía. Lázaro pensó que era un hipocresia más. Se puso nervioso notando la mirada
dulce y cariñosa que el profesor le dirigía a Ludmilla.
- - ¿Algo más? ¿sí Ludmilla?
- - Lo que podemos constatar es que un pícaro no dejará de ser un pícaro. Tiene pequeñas ganas,
tiene una ambición mediocre y no vee más allá.
- - Chicos, Ludmilla tiene toda la razón, es con este excelente análisis que nos separaremos. Hasta la próxima clase.
El profesor, siempre prefería lo que decía Ludmilla. ¿Sería verdad lo del hotel? Se quedó en su silla y vió
los estudiantes salir. Antes de pasar el umbral el profesor se volvió para admirar la gracia de Ludmilla.
En este instante, Lázaro supo que había perdido la batalla.
Ludmilla también, se había quedado en su silla. Registraba su mochilla buscando algo. Al cabo de un rato
encontró un sobre azul, esbozo un mohín de sorpresa. Del sobre sacó el poema. La angustia oprimía el corazón de Lázaro.
Ludmilla leyó el poema, lanzó una mirada asombrosa a Lázaro, volvió a leer el poema, se levantó y se dirigió hacia Lázaro
que casi se desmayó. Ludmilla blandió la hoja.
- - ¿He entendido bien?
- - Es un poema de amor, no sabía como decírtelo.
- - ¿Soy yo la mosquita de patas velludas?
- - Es una imagen, una metófora, una licencia poética...
- - O mucho mejor, ¡una mierda!
- - No, te lo juro, es la miel de mi amor, he escrito lo que me inspirabas, te quiero.
- - Eres un zoquete, no vees nada, no entiendes nada, quieres tomar por fuerza mi corazón como los okupas
¡Qué le den a todos estos perroflautas! Eres el único que no te hayas enterado que ya no es libre mi corazón y si
lo fuera, no sería para ti. Como Lazarillo eres cornudo, todos lo saben menos tú pero es la norma, el cornudo
siempre lo sabe el último. Perroflauta eres, y no dejarás de ser un perroflauta.
La ira de su ángel dejó estupefacto a Lázaro. Ludmilla desgarró la hoja en mil pedazos y los tiró a
la cara de Lázaro, como tantas mariposas que le recordaron la escena de la seducción del primer día,
Quépin y Ludmilla de rodillas y soriéndose. Luego, Ludmilla recogio sus cosas, las metió en su mochilla
y salió dando un portazo. Esta vez había sido más fuerte que el muelle. El portazo despertó a Lázaro que
se levantó a su turno y dio una patada a su silla.
Los estudiantes se habían reagrupado detrás de la puerta para escuchar.
- -¡Asquerosa!, ¡golfa!, ¡cortesana!, ¡zorra!, ¡ramera!, ¡meretriz!, ¡fulana!, ¡furcia!, ¡pelandusca!,
¡Qué todas las enfermedades sexuales de Quépin te destrozan el coño!
Lázaro puntuaba con una patada cada insulto. El perroflauta echaba chispas.
Antón Terías, enero
de 2012.
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