taller de escritura





Don quijote a la pluma
pluma y tintero
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Baza en la mano


ROCÍO


Tengo una baza en la mano. Me lo ha dicho esta mañana el catedrático. Me llamo Rocío y tengo baza en la mano. En casa, he buscado el significado de mi nombre:
« Naturaleza diligente, cuidadosa y emotiva. Tiene originalidad, adquiere intelectualidad y recibe autoridad. Ama lo posible y lo imposible. Le gusta sentirse realizada y mejorada ».

Ya lo sabía y mejor que el ordenador, todos lo saben alrededor de mi. Entonces, ¿qué baza tengo? Seguro que es mi sabiduría. Sé muchas cosas, porque observo a la gente, casi como una socióloga. Por ejemplo, sé que los hombres no son machistas. Puedo probarlo. Mi familia no es rica y para ayudarla y pagar mi matrícula en la universidad, los libros y mi ropa, trabajo de camarera en un restaurante de barrio. Una vez, mientras ponía los platos en una mesa, un hombre me echó la mano al culo. ¡Qué vergüenza! Eso me gustó mucho. Me puse rara y la mano del hombre me puso piel de gallina. Me volví y miré al hombre. Éste, al ver mi cara, se puso muy raro también y tartamudeó « voy a tomar café y pagar en la barra ». Desde este día, cada vez que me acercaba a la mesa vecina a la suya, me doblaba muy bajo para servir. Nunca volvió a hacerlo, incluso cambió de restaurante. Tampoco me echan la mano al culo los otros hombres del restaurante, de la universidad o de la calle. Los hombres no tienen cojones, no son machistas pero si unos maricones. No me digas, ¡Rocío! ¿Qué idea tuvo mi madre al darme el nombre de una virgen?
Los hombres no son valientes, todavía son mamones. Mi madre se esfuerza mucho para que mi padre sea machista, pero no es fácil.
Si mi padre quiere barrer: hombre barriendo Si mi padre quiere poner la mesa: Si mi padre quiere ir a comprar el pan: Si mi padre quiere bajar el cubo de la basura: Si mi padre quiere colocar la ropa: ¡Qué difícil es mantener la virilidad del hombre de la casa!
Mi tía Clementina es una desvergonzada. Una vez, recién casada, para darle una sorpresa, mi tío le dijo: ¡Qué mujer sin dignidad! Mi tío se acostumbró a hacer las tareas domésticas, y más que mi tía. Ahora a mi tío le gusta tricotar. Hace jerseys, bufandas, gorros que mi tía lleva puestos. Eso hace reír mucho a sus vecinas. Su madre no supo criar a mi tío. Jamás le dijo, que un hombre ayuda en la limpieza levantando los pies mientras su mujer pasa la aspiradora.
Pero a mi hermano, mi madre le supo dar una buena educación, y aún la ayudo yo también eso es asunto de mujeres. A menudo, unas madres se quejan de que mi hermano haya ligado o más con sus hijas y mi madre les contesta: Mi hermano es un hombre de verdad. Estoy orgullosa de planchar sus camisas, para que se vaya a arrugarlas con chicas. Pero todavía, no veo a ninguna digna de cuidar su casa, tampoco he arrugado yo la camisa de otro. No hay hombres de verdad en este país. Nadie se ha atrevido a echarme la mano dónde quiera (salvo el cliente, fugitivo y cobarde). Y sin embargo sé muy bien que se mueren de amor por mí. Anita se acerca y me dice :
BERNARDO

La llamo HorroROCÍO. Hicimos un concurso con mis compañeros. Inventar un apodo para la bruja Rocío. He ganado con Horrorocío, pero había otros apodos de buen gusto (para nosotros) : Aberla (ABorto al vERLA), Algébra (su cara es la pizarra de un profesor de álgebra), Luciérnaga (luce el culo y no tiene ningún atractivo), Vavesan (VA a Vestir SANtos), Ecologista (jamás se abre el agujero de su capa de ozono), Fernet Branca (Negra, amarga y se cree la mejor del mundo) Bola de bowling ( la tiras a la mierda....¡y vuelve a por más!), Frankeistein (asusta a todos) , Vaca loca (no se come su carne).
El poder de la imaginación de las chicas es sorprendente. Son todas unas románticas y unas tontitas. ¿De dónde creen que van a sacar al príncipe azul? Eso explica la crisis de las cuarentonas. Han construido tantos castillos en el aire que sólo les quedan las ruinas. Es normal que estén decepcionadas. Siguen soñando incluso al limpiar el culo lleno de mierda del crío. Pero un día, se enteran de qué el príncipe azul sólo se encuentra en los libros y que la mierda huele mal. No soy yo un romántico: soy un hombre.
He leído, no me acuerdo dónde, que la mujer cuarentona se despierta una mañana con la garras de la angustia clavadas en el pecho y descubriendo que el futuro es ahora. Tiene que colocar en las garras del pecho, un cartel con las palabras: «cerrado por inventario». ¡Coño! ¿Qué inventario? Se ha perdido la vida soñando. Las mujeres no son adultas antes de la cuarentena. Pero ¡qué retraso! Tenemos una buena veintena de años por anticipado sobre ellas. No sé, no es justa la vida, pero es así.
Nosotros, los hombres, no somos tontos. Actuamos, somos realistas, medimos las cosas a su peso justo, tomamos las buenas decisiones a tiempo, no tenemos pájaros en la azotea, interpretamos nuestro papel, por eso a las mujeres les gustan los machistas (palabra que define las precedentes cualidades).
Machista deriva de macho con connotación positiva cuando es adjetivo. Las mujeres han dado a la palabra machista un sentido despectivo. Es la prueba de que la mujer es una criatura ambivalente, que dice una cosa y piensa otra. No se puede fiar de lo que dicen las mujeres.
Y las que dicen tener cojones son unas hipócritas. Por ejemplo, la profesora nos habló de Marisol Valles García una estudiante de criminología de 20 años, la única que se atrevió a aceptar el cargo, de jefa de policía del violento municipio mexicano de Guadalupe Distrito Bravo a unos 80 kilómetros al este de Ciudad Juárez. Parece valiente así ¿no? Pero esta admirable chica dijo que su tarea no será combatir el narcotráfico (¿Ya se ha cortado los cojones?) sino impulsar programas preventivos en barrios y escuelas ( el cuerno de chivo pesa demasiado para los niños de las escuelas infantiles) y BUSCAR (no es una certeza) recuperar la seguridad... Los hombres son francos y no se esconden detrás de excusas estúpidas.
Hice un test y soy un verdadero machista: nunca regalo flores, que son regalos de maricón, bebo muchas cervezas heladas o tequila con sal, no me peino ni me miro en el espejo, no uso crema, me ducho en cinco minutos usando jabón lavando mi calzones al mismo tiempo (eso es ser eficaz, no pierdo tiempo), y solo barro cuando siento sedimentos bajo mis zapatos. Odio quedarme pegado al suelo.
Por supuesto, lo de los calzones y lo de la escoba es una novedad desde luego que tengo un piso. Antes se encargaba mi madre de todo. Aún se encarga (cuando no viene a mi casa para limpiarla, le ayudo llevando mi ropa sucia a su casa) pero aprovecho la ducha para ahorrar el agua que la pago yo.
Cuando me matriculé en la universidad, pedí a mi madre un piso para vivir solo. Se lo pedí a mi madre porque mi padre... eso es otro asunto. Mi madre me contestó: Puse una cara larga y de mala leche. Desde siempre, mi papel preferido el del niño enfurruñado. Soy el machista de mala cara. Enfurruñarse es un arte y soy un maestro. No puedo ser machista frente a mi madre, es mi mamá, ella sabe que a menudo me huelen los pies. Hay que actuar de otra forma. No soporta que me enfurruñe. Es mi plan B. En el periódico buscaba anuncios de trabajo y lo dejaba abierto en la página de los anuncios en la mesa. Mi madre, a pesar de no ser inteligente acabó por entender. Una empresa de limpieza la contrató y ahora tengo MI piso. Es más fácil para hacer botellones y recibir chicas.
Por supuesto, no digo a mis amigos que mi madre es una fregona. Tendría vergüenza, no puedo estar orgulloso de su humilde condición, y le tengo un poquito de rencor: si hubiera elegido el segundo anuncio, trabajaría más ahora, cobraría más, y yo, tendría un piso un poquito más cómodo. Mi madre no quiso trabajar los domingos para ir a misa. Por eso ahora soy ateo. Por culpa de su educación retrasada, mi madre no supo elegir entre dos hijos.
Pero vuelvo a Horrorocío. Vamos a reirnos un poquito. Tomaremos algunas fotos, grabaremos algunos vídeos y las subiremos a Youtube. Empiezo ahora. Se está subiendo las faldas enseñándonos la sexta plaga de Egipto: úlceras y sarpullido incurable. Sí sí, boba, con este calor hay que airear la carne podrida pero no sube más para no atraer a las moscas. Fingiendo arreglar mi móvil, tomo fotos. Al lado de Anita, Horrorocío me recuerda un cartel de película : « La bella y la bestia ».
Horrorocío está caliente pero no está buena. Lo sé, son palabras de machista. A veces Anita me lo reprocha, pero casi suavemente, no me lo echa en cara. Me parece que a ella (como a otras) le gustan los machistas. Anita está buena pero no es muy lista. Pero sin ser inteligente, no ha tenido dificuldades en convencer a Horrorocío de mi amor. Se acerca Anita.

ANITA

Me callo. Tiene razón la profesora.


LA PROFESORA

Son niños, desesperamente niños. Parecen adultos, tienen autonomía (más o menos), tienen derecho a votar. Sí, derecho a votar. La prueba de bachillerato, sesión 2008 de idioma español fue un texto de Almuneda Grandes extraído de El corazón helado en el cuál Teresa decide ir a votar sin el permiso de su marido. Muchas veces he leído a mis alumnos este pasaje fabuloso :
« No necesito tu permiso - Teresa terminó de colocarse el sombrero, empuño el picaporte de la puerta, se volvió hacia ellos y Julio pensó que nunca había estado tan guapa como en aquel momento - Tengo derecho a votar, y voy a ejercérlo» y también la súplica del marido ya que la mujer no pide permiso para ir a votar ni le pide para quien:
«Yo te lo agradecería mucho, Teresa».
Pero no entienden nada, que sean machistas o sumisas. Tampoco (pero son mucho menos) las feministas y los sumisos. Les falta experiencia. La vida es compromiso y son todos Antígonas. No hay término medio para ellos. Una Antígona ladrona de deseo. El deseo no existe en absoluto. ¿Qué hacer con esas chicas, esos chicos? ¿Son más madres que putas o más putas que madres? ¿Son más niños que machistas o más machistas que niños? Todos buscando el verdadero amor. Pero lo que buscan, no es amor sino un espejo reflejando la buena imagen de ellos mismo, la que esperan ver. Lo que buscan es amor propio. Lo que les gusta es admirarse en los ojos de una criatura engañada.
A veces, les fastidia la imagen que les gustaba contemplar, pero no tienen valor o fuerzas para cambiarla, prefieren rechazar el espejo roto y buscar otro. Pero si se rebela el espejo, ¡magia!, el rebelde se vuelve más importante, que la imagen reflejada. ¿El espejo rechaza la imagen divina? Hay que combatir para que la vuelva a reflejar.
No son capaces ellos mismos de modelar este amor propio. Lo esperan de los demás. No son, (no somos) capaces de desear por cuenta propia, se necesita otro, un mediador indicando qué o a quien desear. Así, el objeto del deseo se desdobla para contemplarse a sí mismo como imagen del dueño de lo deseado por otro.
Cada uno quiere ser Mozart, pero cada uno (salvo los locos) se sabe Salieri y se agota buscando estratagemas para parecer ser el Genio. ¿Pero de qué sirve una imagen sin espejo? De nada. René Girard definió, en un libro suyo, el deseo como triangular. Si nadie admira lo que somos o lo que tenemos, ¿Por qué serlo o tenerlo? La envidia es un grito de indignación nacido de nuestras vísceras hacia Dios para protestar por la injusticia de la que somos objeto y la envidia de los otros es nuestra recompensa. Somos unos narcisos ahogándose eternamente sin jamás conseguir ser esta bonita flor.
Cada uno, salvo los locos, se sabe Salieri. Quizás la locura sea el mejor remedio para luchar contra la dificultad de vivir la mediocridad. Anita tiene esta baza. Al menos tiene algo la pobrecita. Jamás debería haber sido admitida en la universidad. Anita es una idiota total. Pero el director de carrera es un gran humanista queriendo integrar a los estudiantes con alguna discapacidad en la formación universitaria, que cada uno tenga todas sus posibilidades. Lo que tiene Rocío es ¡mucha suerte!

ROCÍO

Anita creía enseñarme algo. Me dijo que Bernardo se moría por mí. ¡Cómo si no lo supiera! Lo son todos. Pero me interesa Bernardo, es un nombre masculino de origen germánico significando «guerrero audaz y semejante a un oso». Me gusta la fuerza del oso, su fuerza, su maldad, sus garras, sus pelos... Anita no es un poquito simple, sino retrasada y a veces chiflada. Eso es divertido, aquí las chicas son chifladas (loquitas) y los chicos son chiflados (se mueren de amor por mí). Con mi inteligencia, hago relaciones estupendísimas.
Soy una persona y muy culta, eso se nota y asusta a los chicos. No tuve el grado de bachiller, porque los correctores no eran bastante inteligentes, para comprender la audacia de mis respuestas. Que, sin embargo, eran totalmente excelentes.
Por ejemplo, en literatura, elegí la opción A: «¿Puede ser un texto ilegible?». Me gustan las cuestiones cortas, porque cuando hay más de siete u ocho palabras, hay demasiadas interpretaciones. Escribí ciento cincuenta y tres veces «maricón el que lea esto» y al final «maricón el que no me hecha la mano al culo» con una falta de ortogafia. El profesor no corrigió la falta: no había leído mi texto ilegible. A pesar de esta fantástica demostración me dio la nota de 4 detrás de la coma y del cero. ¿Quizás era un maricón de verdad y le gustó el cambio de género?
estudiante Historia: «¿Quién dio la primera prueba positiva de la redondez de la tierra. Su vida, su obra ». Descubrí la redondez de la tierra cuando mi vecino, éste que es dueño de una papelería, me enseño los mapamundis que vendía. Pero tenía siete años y mi vida no era excepcional. Entonces hablé de la de mi vecino. Un hombre humilde, triste, pusilánime, timorato, miedoso incluso un poquito cobarde. Tuve que pintar su vida de colores más alegres. Le casé (era soltero y se murió soltero) con una heredera americana, una "star" de Hollywood que me dijo: «Con tu físico admirable, serás la reina del cine y serás cortejada por los productores más ricos del mundo entero». Escribí unas magníficas páginas. Resultado: cero.
Matemáticas: «Determina el punto Q de la parábola y=x² que está más próximo al punto P=(3;0). Comprueba que la recta QP es perpendicular a la tangente a la parábola en Q».
No conozco la marca y=x² pero tengo experiencia en la instalación de antenas parabólicas. He intentado fabricar una, pero es muy difícil determinar el foco de la parábola. Con la antena que construí, cuanto quería ver Águila Roja, vi Tiempos Revueltos (sin amar). Aconsejé al corrector no seguir con la marca y=x², pero que comprara una antena parabólica de la marca SATMAN que es buena. Para su P (piso planta 3, número 0 - ¿Qué idea empezar con el cero?) no puedo ayurdarlo a definir el foco (punto Q), porque no conocemos el diámetro de la antena. Nos falta un dato. Lo siento mucho. Por tanto y tan buen trabajo, tuve la misma nota que la de matemáticas.
Inútil seguir así: los correctores son unos estúpidos, que siempre andan con tiquismiquis, son cafres y celosos por no tener porvenir, mientras que nosotros nos vamos a comer el mundo. Sin embargo, nunca capitulo. Esperé al director de carrera de la universidad y me eché a sus pies llorando. Le dije que mi madre quería que me matriculase en la universidad, que estaba muy enferma, clavada en la cama hasta su muerte. Dentro de dos o tres meses según los doctores. El director de carrera se tenía de pies con los zapatos de piel de crocodrilo en el charco de lágrimas. No se atrevía a moverse porque temía estropearlos. Gritaba tan fuerte que la gente se paraba a vernos. Tuve la autorización para matricularme. ¡Tan cobarde como los demás!

Los hombres me tienen miedo, eso se entiende muy bien, y sobre todo "el Bernardo".

BERNARDO

¡Qué barbaridad! Con la foto, que he tomado voy a hacer un "buzz" en internet. Anita se acerca con una sonrisa estúpida como siempre. A veces tengo ganas de pegarle. No estoy de acuerdo con la violencia. No hay razón para pegar a las mujeres, salvo, cuanto lo merecen. Tranquilo. Tengo que olvidar su cara de tontísima, que me pondría nervioso cuando se cree lista. No me extrañé de eso. Anita es una necia, que merece una misa el día de los santos inocentes. Tiene mucha suerte de ser tan bella como torpe. Todos los pesticidas se acumulan en la piel. Y ahora, la cosecha no está hecha por buenos españoles, gente normal, sino por emigrantes, negros, árabes y otros microbios contaminando la piel de la fruta. Ahora, cada trozo de piel de fruta es un trozo de Al Quaïda. ¡Qué Anita se muera si quiere! Casi me he desangrado, y no quiere que me haga curar. Son cinco gotas de sangre. Había cuatro en el suelo y una en la mesa. No las he limpiado, quizás, por seguridad, tengo que hacer unos análisis con esas gotas. Pero, tengo otra en la camiseta, he perdido mucha sangre. ¡Y esta tontita no juzga que sea grave!
Las chicas siempre están en las faldas de su mamá para llorar y cotillear. Lo dicen todo, lo de la cocina como lo del amor, lo del pollo como lo de la polla. No somos así, pero esta vez es muy diferente, mi mamá sabe mucho sobre las llagas y como curarlas. Siempre ha sabido que hacer cuando se ha demarrado mi sangre. Nunca se burla del herido sino que le reconforta.
Ahora me duele el dedo. Me parece que el corte es rojizo, muy rojo si miro bien. Seguro que tengo una infección. El sida se contrae por la sangre. Tal vez tenía sida el árabe o el maricón de la cosecha. ¿Y por qué esperar a la noche? Voy ahora, cada minuto cuenta si es sida o algo grave. Pero ¿Dónde estará mi mamá? Seguro que está limpiando la casa de un cornudo o el despacho de un cabrón. ¡Estoy arriesgando mi vida y mamá trabaja!
La mamá tiene que quedarse en casa para cuidar a sus hijos queridos, y la mía, ¡no está! No tengo que asustarme, tal vez no es muy grave y es posible esperar que sea de noche. Mi mamá me quiere mucho, pero no sabe que estoy herido en mi corazón, porque no está , y en el dedo también. No, no es prudente esperar, quizás Anita pueda avisar a mi mamá y llevarme al hopital. Esperaré a mi mamá allí.

ANITA

Me callo, me río mucho pero me callo. ¿Qué hace Bernardo? ¡...?!... Va,... no, ... corre hacia Rocío...

ROCÍO

Por fin, ¡se ha decidido! Viene a confesar su amor. Pero me da un poquito de vergüenza lo de las faldas. No soy una de esas mujeres coquetas y veletas. No soy el maniquí que cantó Montiel. Es una trampa. Le he dado valor enseñándole mis muslos. Si quiere meterme la mano en el culo es que su amor es demasiado fuerte para callarlo. Quisiera que viniera por mi belleza y mi inteligencia. ¿Dónde están los toros? La profesora nos dijo que Diógenes buscaba a hombres de día con un candil. Mi falda es mi candil, una muleta escondiendo la espada para dar la estocada al toro. Sí, ¡una idea estupenda! Soy un poquito filósofa. Pero en nuestra época, apena con nuestras faldas, podemos animar a vacas, no a toros.
Le he impresionado mucho, estás muy pálido. Demasiado medroso para hablar o actuar como un hombre. Voy a sostenerlo, tal vez con algunos roces se animará y meterá su mano. Anita nos está mirando con ojos llenos de odio, está muy muy celosa, nos está fisgando como si tuviera pistolas en lugar de ojos.

ANITA

Me callo pero me río: me está mirando. ¿Pero quién se cree esa chica?

ROCÍO

Ahora lo sé todo, he entendido todo. ¡Son unos burlones! Al salir de la enfermería, oía a las enfermeras reírse a carcajadas. Han tomado fotos e incluso un vídeo que subieron a Youtube. Ayer encontré una publicidad para una clínica estética en mi mochila. Alguien la había puesto allí, fui a informarme a la clínica. Esta mañana, he recibido una carta de Bernardo. Tiene muchas ganas de verme. Yo también lo he mirado. Seguirá igual a si mismo, un ternero con cojoncitos de ternero. Pero todo ha cambiado. No quiero escuchar más lo que está tartamudeando. Se ha callado, muy inquieto, no se ríe.

Antón Terías, noviembre de 2010


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