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La vida es un sueño
(Calderón de la Barca)
¿Azar?¡Azar! Dices ¡Azar! ¿Piensas qué el azar puede determinar el curso de nuestra vida o por lo
menos influirlo?
Sí, en muchos casos, me respondió mi amigo: voy a tratar de convencerte : «Fui invitado a una
fiesta en casa de una amiga, que celebraba su cumpleaños, y allí encontré a una mujer, que me
gustó, tuve el deseo ardiente de conocerla mejor. Un año después nos casamos. ¡Fue el azar de un
encuentro!
Vas a cruzar la calle y de repente surge un coche a gran velocidad, aunque hayas mirado a la
derecha y a la izquierda: es el azar.
Pero no dirías, que es el destino; para mi la palabra "destino" significa, que todo está escrito y
decidido de antemano; es el Determinismo.
«Destino» a veces encierra el concepto de Dios. Hay gente que dice: «es el dedo de Dios»; «es la
voluntad de Dios» no puedes ir en contra y repite tontamente «es tu destino» o «era tu destino».
Destino programado quizas por Dios o por una fuerza exterior a nosotros. Son frases típicas, que se
oyen a lo largo del año.
El azar participa en parte en cambiar una oportunidad, pero nosotros tenemos nuestra voluntad
propia, que inclina el curso de nuestra vida: voluntad para imponer nuestras ideas, voluntad para
imponernos, voluntad para enfrentarnos con otras voluntades, voluntad para reflexionar, voluntad
para salir de una situación espinosa.
Me alegra pensar, que tenemos nuestro libre albedrio Es una opinion personal, soy incapaz de
probarla
Son pensamientos, que me vienen a la mente antes de empezar con la historia de una familia que
quiero contaos:
Marta
No es la historia de mi propia familia, aunque esté muy cercana de la mía. Es la familia de mi tía,
Marta, la hermana mayor de mi madre, que tenía diecisiete años más que mi madre. Desarrolló en
casa el papel de segunda madre con su hermana. Mi tía, a los diecisiete años, tenía un novio,
llamado José. En esta época los hombres jóvenes hacían durante tres años el servicio militar y
desgraciadamente estalló la Primera Guerra Mundial en 1914. Marta y José se casaron al final de la
guerra. Ella tenía entonces 24 años.
El primer hijo, un varón, nació nueve meses después, un bebé de cinco kilos, maravilloso. Murió
bruscamente a los pocos días de edad.
En esta época no había tantas investigaciones antes del matrimonio, de modo que no pudieron hacer
análisis de sangre y tan poco ecografías. Los padres estaban tan desilusionados, tan desdichados, tan
infelices frente a la crueldad de esa muerte, que pidieron al médico que hiciera los análisis de sangre
de la madre y del padre. Él tenía sífilis y para procreer hijos sanos debía seguir un tratamiento
médico.
Mi tía Marta, desde entonces, conoció lo que denominamos con el eufemismo "las vicisitudes de la
vida". Estuvo dos veces embarazada. Las dos niñas que nacieron, crecieron sin problemas.
Dos niñas, dos vidas diferentes, aunque recibieron la misma educación en un convento de monjas,
alejado, en el norte del departamento.
La ciudad
La ciudad, en que vivía mi tía con su familia, era en esta época una ciudad muy agradable, ciudad
del sur de Francia, donde nació Pedro Paul Riquet, ingeniero y creador «del canal del Midi», que
une Sete con Burdeos, en el que navegan hoy día barcos de recreo y aun gabarras. Canal muy
famoso, inscrito en el Patrimonio mundial, compuesto de doce esclusas. Hoy en día vemos
escluseros dando paso a los barcos y gabarras en las que viven familias.
En los años treinta hubo una navegación intensa en esta vía navegable. Al lado del canal vemos aún
el camino de sirga: los caballos tiraban de las gabarras cargadas con barricas de vino, carbón y madera.
La sombra de los plátanos centenarios aliviaba el trabajo de los animales.
La ciudad de mi juventud no puede compararse con la ciudad del siglo veintiuno. Las pequenas
industrias, que florecían en torno al comercio del vino, han desaparecido. Los grandes propietarios
de viñedos se empobrecieron a causa de malvender el vino. Era un vino de mesa de mediocre
calidad, poco apreciado en otras regiones de Francia y además desconocido en otros países.
Los viticultores, ahora experimentados, plantaron cepas nobles: garnacha negra, syrah, cinsault,
carignan. La fama del vino del sur se ha extendido tambien en el extranjero, en Alemania, donde no
hay mucho vino tinto y por eso es importante el vino francés.
La estatua del ingeniero Pedro Paul Riquet se yergue en la mitad de los tres amplios paseos,
bordados de las magníficas plataneras, que sólo se pueden encontrar en el sur.
La juventud en esta época, mitad del siglo veinte, daba un paseo, después de la misa del domingo,
por la tarde a la salida del colegio o del trabajo Era una manera de encontrar a su futuro novio o
novia, una manera de formar grupos con los mismos gustos deportivos o culturales.
Si damos un paseo en el año 2010 vemos sentados en los bancos a jubilados franceses, españoles y
magrebies, que trabajaban en las fincas de los alrededores de la ciudad. Apacibles hablan con
nostalgia de los tiempos remotos. Hubo en los años treinta y seis muchos espanoles, que vinieron a
Francia durante la guerra franquista o guerra civil, que lucharon por su libertad sin alcanzarla y que
se quedaron en esta comarca soleada.
El paseo llamado "Paseos Pedro Paul Riquet" estaba en la plaza privilegiada para hacer el negocio
del vino. El viernes, día fijo del mercado del vino, venían los viticultores para proponer su vendimia
a los negociantes, combraban los caballos de tiro imprescindibles para labrar la tierra y tirar de las
carretas hasta las bodegas.
Ahora la mecanización no necesita tanta mano de obra. Los tractores han reemplazado a los
caballos de tiro, los obreros vienen de los países del este: «otros tiempos, otras costumbres».
Maria-Luisa y Juanita , ninas de Marta,
María-Luisa tenía tres años más que Juanita su hermana. Era también más espabilada, que su
hermana, mostraba un talento precoz para llamar la atención y ser la preferida de su padre.
Juanita era una niña silenciosa, sensible y cariñosa. Era la preferida de su madre. Fueron educadas
por las monjas cuyo convento se hallaba a ochenta kilómetros de la casa paterna.
Regresaban al nido familiar durante las vacaciones. Las encontré un poco raras, encogidas en si, sin
embargo muy felices de dormir en su cama, olvidando el dormitorio común del convento.
Cuando las visitábamos, me prestaban sus libros: una serie que contaba la historia de una criada boba,
originaria de Bretaña llamada: «Bacassine» que servií en una familia burguesa en París. Vestía el
traje típico, llevaba una cofia blanca adornada a cada lado con dos alas, que se movían al andar. No
se separaba de un gran paraguas cuando iba de compras (llueve a menudo en Bretaña). Pasó por
muchas adversidades, sin embargo con la experiencia y la edad Bacassine obtuvo un trabajo muy
importante en la familia burguesa, como intendante supervisaba al personal de la casa.
Me sumergía también en la lectura moralizadora de los libros de la Condesa de Segur, hija del
conde Rostopdim, de origen ruso. Escribió historias de corte moralista sobre los peligros que
afrontan los niños en su vida cotidiana. Eran cuentos para la infancia. Durante su matrimonio con el
Conde de Segur, que hacía de su mujer caso omiso, se aburría tanto que decidió dedicarse a la
escritura y asi nacieron "Las desventuras de Sofia y Memorias de un asno".
De las dos hijas de mi tía, prefería a Juanita por su comportamiento serio y sensato, la dulzura de su
cara con rasgos perfectos. Tenía diez y ocho años cuando ocurrieron las primeras señales de una
atroz enfermedad. Al principio pensamos que era un malestar pasajero. Al mover la cabeza sentía
fuertes dolores. El cirujano pronosticó un tumor en el cerebro. Fue asistida en una clínica de Tolosa.
Su viacrucis duró dos años. Su madre la velaba tanto de día como de noche .
En la mesilla de noche mi tía había puesto una virgen. Creo que era Santa Teresa de Jesús la que la
alumbraba. Una noche, tendría 20 años, Juanita dijo a su madre: «mamá, ya no veo más a la Santa».
Al día siguiente murió.
Después del entierro, mi familia quería animar a nuestra tía y la esperábamos en su propia casa. En
mis recuerdos vi a una madre desesperada, envuelta en velos negros, llorando y gritando entre los
sollozos el nombre de su hija desaparecida. La cogimos en brazos y la besamos en las mejillas.
El marido, amigo de las falda , prometió cambiar su comportamiento y cuidar a su mujer. Hombre
de negocios adinerado tenía muchas oportunidades para salir de casa y quedarse el fin de semana
con amiguitos y amigas. No cumplió con su palabra.
Desde entonces mi tía llevo una vida muy triste, sin salida, dependía totalmente de su marido que le
daba cada mes el dinero para los gastos. Ella era una ama de casa perfecta, una buena cocinera, pero
incapaz de ganarse la vida. Ademas en esos tiempos las mujeres divorciadas tenían mala fama. La
culpa la tenian ellas. Se resignó y se retiró a su cuarto. Ambos llevaron una vida paralela. Sabemos
que las líneas paralelas se encuentran en el infinito.
La hija mayor, María-Luisa, lista y amoral, daba la razón a su padre, de quien sacaba ventajas: le
acompañaba en los viajes, le ayudaba en la contabilidad del negocio, asi que quería ser el brazo
derecho del padre.
Mi tía, cuando miraba hacia atras, pensaba que «el destino» no se había mostrado magnánimo con
ella y que la mayoría de las veces su vida había sido una pasadilla
Simonne, noviembre de 2010
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