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Carta de agradecimiento
Sr. Director
La presente tiene por objeto comunicarle los datos de su próxima estancia. No sabía que fuese usted tan chistoso. De eso, me di cuenta en
la ocasión de un viaje organizado por su magnífica agencia « ¿Quién sabe dónde? » . Pero yo sabía dónde : en Huesca.
El folleto turístico afirmaba que el hotel de lujo estaba en el corazón mismo de Huesca. ¡Qué ciudad tan bonita, y cómo es grande
su corazón!???
¿Quién hubiera sabido
dónde estaba el hotel? A sólo 20 kilómetros. Un salto de pulgas para un marciano. Por eso mis compañeros estaban verdes de ira.
¿Quién hubiera sabido dónde se podía ver la fauna de la región? No necesitamos movernos para admirar
a los bichos. Los organizadores habían llevado las arañas a los rincones, las cucarachas en el restaurante, los ratones en la cocina
y las pulgas de lecho en las habitaciones. Quería unos tatuajes, y ahora tengo unas maravillosas picaduras rojas. Pero mis compañero,
no entienden nada del arte : a perro flaco todo son pulgas.
¿Quién hubiera sabido dónde los ladrones y saqueadores hubieran aprendido a leer? Si hubieran
leído « aparcamientos vigilados » aún tendría un coche. Pero vacilaba en cambiarlo. Me ayudaron a tomar esta decisión.
¿Quién hubiera sabido dónde se encontraban las instalaciones deportivas tan ingeniosas?
Nos habíamos llevado nuestras raquetas de tenis y todo lo demás era surtido por el hotel: rodillos para allanar la pista,
una hacha para cortar piquetes, una piocha para hacer los hoyos y plantarlos, hilo para tejer la red. Todavía son nuevas
nuestras pelotas, ¡un buen ahorro!
¿Quién hubiera sabido dónde habrían tantas numerosas oportunidades de enriquecer su cultura?
Llegamos andando a la ciudad para ver el museo de arte moderno. Cada cuadro era una pregunta. Un compañero muy vulgar gritó
¿Qué coño es eso? Nadie pudo contestar, pero nos reímos mucho aprendiendo y cantando una canción de
Vaínica
doble «
el museo »:
« que me entran ganas
de tirarlo todo por el suelo...
Me quiero ir a un mesón
pedir un tinto y una de jamón
oír las voces en la barra
pedir, si acaso, una de gambas »...
Una excelentísima transición para hablar de la comida.
¿Quién hubiera sabido dónde encontrar a un cocinero tan escrupulosamente dispuesto a
satisfacer nuestros deseos? Cada día nos dio una loncha fina de jamón ingeniosamente disimulada entre 2 rebanadas de pan y
dos hojitas de lechuga. Y para la vinagreta, una copa de vinagre llamada « tinto rico ».
Jamás hubo el « acaso » de la canción...
LO QUÉ SÉ (disculpe las molestias ocasionadas por tanto trabajo para buscar y llegar a encontrar
un sitio tan paradisiaco) es que para agradecerle, hemos intentado procurarle una oportunidad de descansar un poquito. Mañana
por la mañana, unos agentes le llevarán a la carcel.
Ahora SABE USTED, quienes hicieron las denuncias, y dónde las hicieron.
Antón Terías, diciembre 2010
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