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Cielo
Cielo tiene una edad "incierta" se niega a decirla. A una dama, nunca se le puede preguntar la edad.
Diría que ronda la cincuentena, alcanzada o por alcanzar. Lleva
media vida dedicada a la enseñanza, que según ella es lo único que sabe hacer bien
Es alguien especial. De mirada inteligente, andares pausados, voz aguda y risa
contagiosa. Persona reservada e intuitiva, que sabe apreciar los placeres de la vida, una "bonne vivante" dispuesta siempre para la aventura de la vida.
"Aula 4. Rezaba un letrero en rojo a la entrada. Cada vez que abría la puerta se hacía la misma pregunta: ¿de quién habría sido la descabellada
idea de pintar esa puerta en ese color amarillo intenso, tan desagradable a la vista?
Gracias a un calzador triangular de madera de pino podía sujetar esa pesada puerta amarilla y dejarla abierta. Puerta abierta
o puerta cerrada no había otra posibilidad. Los portazos habían empezado a formar parte de su realidad, y lo que al principio podría haber sido un desagradable y
molesto ruido se había convertido ahora en una música de fondo sólo interrumpida, por el suave silbido de las hojas de los árboles y el graznido melodioso de algunas
aves.
La puerta amarillo intenso daba acceso a una estancia de unos 25 metros cuadrados. Estancia iluminada por dos amplias ventanas, desde las cuales se podía
contemplar el discurrir pausado del río, por una de ellas, y el trepidante y agitado movimiento del centro de la ciudad por la ventana de poniente.
Cielo siempre disfrutaba del momento, en el que su dedo índice pulsaba el interruptor, que ponía en marcha las persianas automáticas de color granate.
El paisaje contemplado nunca dejaba de sorprenderla, al contrario, siempre descubría algo nuevo, algo que parecía que la última vez no estaba ahí.
Esos segundos los disfrutaba intensamente.
Cielo contemplaba estos dos paisajes sentada encima una de las mesas, que estaba más cerca de la puerta, y que al mismo tiempo le ofrecía una perspectiva inigualable.
Había tomado la costumbre de relajarse los primeros diez minutos antes de comenzar el espectáculo, y ese se había convertido en su lugar preferido. La misma pregunta
cada vez le asaltaba: ¿por qué no cortarán ese pino tan alto y desgarbado? Ese pino rompía la armonía.
Como contraste a la puerta amarilla, unas paredes de papel
salmón anaranjado conferían a la estancia un ambiente de estudio. Amarillo, granate y salmón anaranjado. Un trío de colores sorprendente. El entarimado del suelo
ofrecía un cierto recogimiento. El crujir de las tablas siempre le había fascinado.
Unas seis mesas alargadas de formica y dispuestas en forma de U ocupaban casi la
totalidad de la estancia anaranjada de 25 metros cuadrados. Unas 15 sillas dispuestas alrededor de las mesas conformaban el mobiliario esencial. Sillas con asiento
aterciopelado en color azul chillón... amarillo, granate, salmón anaranjado y azul chillón.
Todo esto es lo que Cielo podía contemplar cuando se sentaba en la mesa, que
cerraba la perfecta y simétrica U, dejando un espacio, para que pudiera comenzar el espectáculo... su espectáculo.
La estancia se completaba con un perchero de
aluminio, algunos póster y mapas colgados en un corcho, y un reloj de pared, que las últimas semanas había dejado paso a una mancha redonda gris.
En oposición a la U
una pizarra blanca ocupaba toda la pared dejando el espacio necesario a una televisión de plasma última generación, y a un mueble con un ordenador, un vídeo, un dvd,
un retroproyector. Al lado, una cadena hi-fi completaba este conjunto de tecnología punta, que poco a poco habían ido instalando. La contemplación de este arsenal
tecnológico, siempre le hacía recordar, aquellos momentos en los que sólo tenía esa pizarra blanca para acompañarla en su espectáculo.
No sabía como hacía, pero
siempre terminaba dándose algún golpe con aquella mesa llena de artilugios sofisticados... siempre decía que debía acostumbrarse a compartir la escena, esa escena,
su escena".
Patricia, diciembre 2010