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El examen psicológico
La madre besó a su hijo en la sala de espera del psicólogo.
Se bueno Pedro, no tardaré mucho, tengo que hablar con el señor y al salir, te compraré un buen helado. Mira, aquí tienes revistas,
libros, juguetes...
- - Tengo mi camión de bomberos, voy a jugar muy tranquilamente esperándote.
Todavía indecisa, la madre entró en el despacho del psicólogo. ¿Había sido una buena iniciativa consultarle?
Siempre temía la madre que su único hijo no fuera normal. Pero ¿por qué no lo sería? No tenía motivo para alarmarse.
Pedro era un chico encantador, cariñoso, amable, simpático, obediente, razonable, todo lo contrario de los horribles monstruos
que veía en la calle, opuesto también de los hijos terribles de sus amigas que a menudo lloraban porque no lograban hacer obedecer
a sus hijos. Temía para el desarrollo y la salud mental de Pedro, algo incomprensible, algo de madre a la que el amor maternal le
chupa los sesos.
- - Pase, pase señora, siéntese.
El psicólogo leía los resultados con un ojo inquieto mientras que hojeaba un libro con una mano y acariciaba su barba blanca
con la otra. Era un mal presagio.
- - Señora, ha venido a consultarme por su hijo y su decisión fue pertinente aunque tardía. Le he pedido que me trajese un dibujo
de Pedro, y me dio este. Le confieso que estoy muy preocupado.
La madre sintió el suelo abrirse y engullirla en los subsuelos oscuros de la angustia. Sus temores eran fundados. Un niño tan afable
no puede ser normal. Ni una rebelión, ni una riña, ni una queja, ni un capricho, ni un grito, ni un llanto de rabia. Solo puede ser,
tal apatía, el signo de la perversión más profunda. Eso lo sabía íntimamente, pero tardó mucho en reconocerlo. No sabían sus amigas
que suerte tenían por estar perpetuamente al borde de la crisis de nervios por lo de la educación fracasada de sus pequeños tiranos.
El psicólogo se decidió a explicar su diagnóstico:
- - Es sin duda alguna, el dibujo de un árbol. El dibujo del árbol siempre ha sido un test psicológico muy revelador de la personalidad
profunda. Está muy bien aceptado porque a simple vista es una actividad inofensiva, inocua, sin peligro aparente para los que desconfían
de lo que las pruebas podrían revelar. Pero, no es tan sencillo como parece, el árbol es la personalidad del dibujante, sus ganas de vivir,
sus afanes, la riqueza de su vida interior pero también sus temores, sus complejos, sus dificultades para afrontar a los demás.
El dibujante dibuja su esencia propia.
- -¿Y qué más de su esencia?
- - En primer lugar, hay que subrayar la posición del árbol en la hoja de papel. Ocupa la derecha dejando un ancho espacio a la izquierda.
Eso, habitualmente, tiene una buena significación, significa que el autor se proyecta al porvenir, que tiene ganas de ir por delante
de expresar sus posibilidades en un futuro próximo. Pero desafortunadamente, no es el caso aquí. El trazo es ligero, casi imperceptible,
tímido, humilde, retraído, acomplejado, demasiado reservado para ser una afirmación. Al contrario significa que tiene miedo del futuro
sin atreverse a afirmarlo. Es una prueba de insensibilidad ya que ignora la izquierda, es decir el pasado y de perversidad hipócrita
por negar el futuro de esta manera retorcida.
La madre de Pedro estaba aterrada, empezaba muy mal el análisis, un análisis que despertaba eco de sus temores inhibidos.
- - No hay suelo o no está verdaderamente marcado, quizás dos trazos abortados e inclinados para sugerir une terreno pendiente.
Pedro no tiene terreno firme en el que pueda crecer. Es la expresión indiscutible de su inestabilidad y de la sofocante inseguridad
que lo asfixia. ¿No lo había notado señora?
¡Por supuesto que lo había notado esta madre en plena derrota emocional! O tal vez no, no lo había notado, no lo sabía, no se acordaba,
era demasiado para una sola vez. Sí, había observado por ejemplo que su Pedrito se sonaba a veces de modo raro, sin ruido, como un pérfido,
luego miraba sus mocos sin asco, como un vicioso.
- - No hay suelo, pero tampoco hay raíces. O solo hay un esbozo sin firmeza, unos trazos sin acabar que no se atreven a tener
significado. Es eso, no tener significado. Es la dificultad mental de su hijo que no tiene significado, esencia, personalidad.
Las raíces son la basa del ser, y muy importante en este test proyectivo, simbolizan los instintos y el mundo inconsciente.
Por ellas, se chupan las fuerzas del suelo. Pero ni raíces, ni suelo, ni fuerza. De eso deducimos la fragilidad, el miedo al mundo
exterior, la debilidad de su hijo.
A cada nueva frase del verdugo, la madre se hundía un poco más sobre su silla. Trataba de ofrecer menos superficie para reducir el
tamaño del blanco, su orgullo de madre se había vuelto blanco para las flechas del psicólogo.
- - El tronco nos dice mucho sobre Pedro. El tronco nos habla de la fortaleza del "yo" del sujeto, de su estabilidad emocional
y de su grado de auto-evaluación. El tronco está dibujado sin firmeza (siento decir siempre lo mismo pero manda el análisis psicológico,
no se puede mentir con la teoría. La ciencia es más fuerte que la cortesía) nos enseña que Pedro tiene un carácter débil y que teme al mundo
externo que asume como hostil. Además los trazos dobles son la marca de la duplicidad, esta observación está reforzada por lo disimétrico
del tronco. El lado izquierdo, casi recto, significa que lo que tiene de personalidad es rigidez consigo mismo pero el derecho, incurvado
significa amabilidad con los demás e incluso sumisión.
Es por la culpa del lado derecho encorvado que todos lo encuentran amable pensó la madre. De repente, tomó la decisión de enseñarle
a Pedro a dibujar árboles robustos y elegantes con un lápiz firme.
- - ¿Y la copa? Habitualmente, distingimos las ramas y el follaje, pero no hay ramas. Las ramas que se lanzan lejos del tronco son
los brazos del sujeto y su manera de abrazar al mundo, acogerlo, de aprehenderlo, de interpretarlo. Sin ramas, no hay mundo. Pedro
está fuera del mundo, fuera de la actualidad, fuera de la humanidad. ¿Habláis en familia de problemas de actualidad?
- - No, no tenemos tiempo, el trabajo nos absorbe, es por el bien de Pedro, para pagarle los mejores colegios...
- - Siempre que no le echen de estos colegios por su falta de personalidad, de curiosidad, o por su carácter abúlico.
Es lo que revela la copa en curvas abiertas como nubes, sin densidad, pero que se deshilacha a los caprichos del viento,
un humo vaporoso y diáfano. Pedro existe al igual que este humo que toma la forma que le impone el viento. Está fuera del mundo,
de la realidad, de la actualidad y... acabo de pensar en algo. ¿Puede llamarle?
No estaba la madre en un despacho, se quedaba inmóvil en medio de la lona del ring. El psicólogo, boxeador implacable,
le asestaba meticulosamente puñetazos cada vez más seguros, cada vez más certeros, cada vez más fuertes, cada vez más precisos,
cada vez más dolorosos. La madre llamó a Pedrito, nombre que en su corazón martirizado sonaba como pedradas. El psicólogo le preguntó:
- - ¿Eres un niño o una niña?
- - Soy una niña.
Fue el nocaut, la estocada. La madre tiró la toalla y se rindió a la evidencia. Había dejado caer el dibujo que ahora no
temblaba en su mano, un árbol caído manchaba el suelo rojo del despacho. Estaba fuera de combate. El psicólogo pidió a Pedro
que volviese a la sala de espera, porque tenía que hablar largamente con su madre.
- - Es mi dibujo, ¿puedo cogerlo?
- - Si quieres, ahora no importa.
Hablaron... el psicólogo pronunció un monólogo largo, preciso y cruel. La madre no entendió todo, aunque grave, el caso no
era desesperado. Con dos o tres años de psicoterapia, el niño podría mejorar. Entendió que siguiendo así, su hijoo estaría
completamente perdido, fuera del mundo. Su árbol parecía ser un borrador, porque Pedro era un borrador. Pedro no pensaba, no
veía nada, no sabía nada, estaba en otro universo, sin pasado, sin futuro, sin actualidad. ¿Un borrador su hijo?
Al salir del inmueble, el aire despertó a la madre. Pedro estaba fuera del mundo pero era goloso, lo que le quedaba era la
golosina. Lo que le quedaba, era el helado prometido. Sin embargo la pregunta le salió sin querer:
- - ¿Por qué has dicho que eres una niña?
- - A pregunta estúpida, respuesta estúpida.
- - Pero el dibujo del árbol...
- - Era solo un borrador y no es un árbol, en la sala de espera he terminado mi dibujo.
- - ¿Qué es eso?
- -¿Te acuerdas de nuestras vacaciones? Pasamos delante de una central nuclear con sus chimeneas echando vapor. Papa dijo que
la energía nuclear de fisión era peligrosa y la de fusión no usada por falta de técnica. Nos habló de Fukushima, Chernobyl y en
España de Vandellós que tiene un reactor de tipo grafíto-gas. El más problemático es el enfriamiento del reactor que puede explotar
o al contrario hundirse en el suelo. Es lo que dibujé. Afortunadamente, Superbombero consiguió evitar la catástrofe.
- - Entonces, el tronco, la copa, las raíces...
- - Las raíces son el suelo que se agrieta, el tronco es la chimenea, la copa es el vapor.
- - Es una maravilla tu dibujo. Vamos a comprar el helado.
- - Prefiero un sorbete porque con lo de la radioactividad o lo del último estudio sobre los OGM, está claro que las vacas comen
hierba contaminada y que la leche ya no es sana.
Antón Terías septiembre de 2012
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